El tiempo se sucedía
corría tras de si mismo
raudo como marca el día
que se queda sin destino
acabaría su camino
cuando el sol se queda ciego
cuando hieren los espinos
cuando el alma mira al cielo
no había humo ni fuego
que lo quemara en astillas
solo un gemido del viento
abriéndole las heridas
la llamaba cada día
su alma lloraba desierta
sus ojos la perseguían
y la esperaba a la puerta
era muy larga la espera
eran muy breves los ecos
que anunciaban primavera
en la espalda del invierno
ya no creía en su credo
ni en salmo de anacoreta
así sentía en los dedos
morir el candor del poeta
no acabarán las esperas
si al filo de la locura
a un sueño no se entrega
al de la palabra impura.
(José M. Huete García. Noviembre 2014)
D.A.R
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