Seguidores

miércoles, 19 de septiembre de 2012

INSACIABLE

¿Acaso, hay alimento

exacto en su cocción,

servido en mantel de lino

con guante blanco,

o, simplemente pan migado

en un descascarillado tazón

de leche de cabra,

que pueda saciar

este hambre que padece mi alma?

¿Acaso, hay agua cristalina

derramada virgen desde la cumbre,

de la vida nívea ubre,

o, áspero y acidulado vino

de tierra agreste,

de vides rebeldes

al mandato de la espera debida,

que pueda saciar esta sed,

qe en mis labios se hace grieta.

y en mi corazón herida?

Ya comí los manjares exqisitos

que mastican, ensoberbecidos

de su voz tronante,

y acicalado poderío.

los que se celebra a si mismos

no saber el pequeño paso

que hay, entre la vida y la muerte.

Ya dormí al relente de la noche aterida,

mientras el hambre numeraba estrellas,

y ponía sordina a los intestinos

la esperanza de una mañana

de medio pan humedecido de rocío,

y la leche caliente,

manada de una ubre escasa

y mal pastada.

Ya bebi el agua bendecida

de las fuentes sagradas,

desde donde fluye la urgencia de los ríos

por cumplir su destino

de moris lentamente,

en la cresta de esa ola

que se repiete eternamente.

Y a saboreé la roja amargura

de los vinos servidos

con el avieso desdén,

de esas manos alquiladas

que graban a fuego e la piel

el nombre de esa soledad

que se hace infierno

en el último estertor de la esperanza.

No sacíe mi hambre,

no colmé mi sed,

mi busqueda se hace agonía,

cuando sé,

que solo en tu altar,

puedo celebrar ese mítico ritual,

pagano o celestial,

conque sacia la eucaristía.

(José M. Huete García, Septiembre 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario