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domingo, 12 de agosto de 2012

SONETO Nº 2
Me pides que te cuente como este sol
Que asoma por mi ventana, alumbra
Los negros rincones de mis penumbras,
Como funde el hielo en mi corazón.

Es tu mirada de fuego y melaza
Que aplaca el tiempo gélido de mi alma,
Tus ojos pleamar de Luna calma
Reviven corceles de antigua raza.

Tu boca, rojo coral esmaltado
Besos de sal en mi boca engarza,
Aleteo del deseo soñado.

El que en mi piel profundos surcos traza,
Donde simiente de tu recuerdo esparces
Cada vez que tu memoria me abraza.

(José M Huete, Mayo 2012)
POEMA DE AMOR
Esta noche, amor,
tu mirada soliviantó al fuego
y se hizo hoguera.
Pecado e indulgencia
se congregaron
entre las sombras de tus pestañas
para iniciar el sacrílego
caminar del deseo.

En tus labios
una amapola se liberó
entre trigales verdes,
para llegar hasta mi boca
dejando, el trazo indeleble
de una herida roja.

Tus dedos fueron
mil mariposas,
cuando tus ansias
plenas de desvergüenza
buscaban en mi piel
el estertor de la flor
que en pétalos se deshoja.

Esta noche, mi amor,
abrimos ambas puertas,
la del infierno del dolor
en que la pasión se desglosa,
y la de tu cielo de diosa,
que entre tus piernas se anuncia
con campanadas de gloria.

Esta noche, mi amor,
con cada beso que nos dimos,
con cada caricia
con que nos sentimos,
con cada suspiro,
con cada palabra que nos dijimos…
escribimos un poema de amor
estrofa a estrofa.

(José M. Hete, Junio 2012)
SONETO Nº 3
Me desposé con una blanca rosa,
fue en esa hora silente del alba,
cuando en su piel el rocío se posa
y su mirada atempera mi alma.

Fue padrino un jilguero peregrino,
madrina una áurea mariposa,
los testigos, un colibrí cansino
y una magnolia que se abrió airosa,

Los anillos fueron de verde espino,
la música, un solo de suave brisa,
el oficiante un caracol cetrino,

Testigo fue una cigarra insumisa,
el ágape lo sirvió un cocodrilo,
fue cristal el lecho que el alba irisa.

(José M. Huete 2012)
ELUCUBRACIÓN CONSENTIDA
A un lado el incorrupto cuerpo,
Al otro la tumba vacía,
En el centro, un ciprés en perspectiva,
Pincel que objeta
La muerte preconcebida.

Errabundos trazos
Entierran junto a sus raíces
La flor de loto
Contraceptivo de la tierra,
La vida que se cierra.

Es en el segundo árbol
Donde inicia vuelo
El tordo herido,
En el primero
Ya hizo su nido.

Al horizonte sin límites
Alcanza la mirada,
Solo ojos ciegos
Auscultan la lejanía,
Las manos lentes de cercanía.

No hay último beso
Que a la tumba regrese
Queda en la piedra impresa.
Es inocente el que regresa
Una y otra vez, impío.

Espero me perdones
Este escribir letrillas
De implícita maldad,
Es tiempo absurdo
El que marchita la bondad.

(José M. Huete, Mayo 2012)