LA HORA DE LOS DIOSES PEQUEÑOS.
Galeote no quiero ser
en la nave de sueños ajenos,
quiero ser timonel,
en la que navega por el mar aquietado
de mi tiempo ya quebrado.
Ulises, ya no es victorioso guerrero
en este trayecto.
Ítaca, ya no es playa de nostalgia,
la utopía se adormació
y ya no sueña despierta.
Hay historias que cuentan marineros
borrachos de soledad
en los puertos.
Dicen que nunca hallaron paraisos
porque ya no existen sirenas,
que curen heridas
de batallas perdidas.
Dicen que Polifemo,
solo era pastor cuidando su rebaño,
que nunca perdió
ninguno de sus dos ojos negros.
¡Hasta osan decir
que Troya nunca existó,
que todo lo inventó
un navegante de tierra adentro!
Pero estoy cierto,
que tu eres Penélope,
que beso a beso
tejes mi sueño,
que ya no habrá batalla
ganada ni perdida,
porque en ti toda espera
cumple su tiempo.
¡Que no hay realidad excéptica,
solo la hora de los dioses pequeños!
(José M. Huete Garcia, septiembre 2012)
Cuando el espíritu palidece ante lo irresoluble de la realidad, que nos castiga y amedrenta, la palabra teje ese manto que nos protege, que nos abriga, que nos devuelve a las horas de la inocencia, LA POESÍA. Aquí me encontrareis desnudo de equipajes inservibles, transpirando los sentimientos mas esenciales de mi devenir. Con mis dolores de parto, con mis alegrías rescatadas con la inmensa potencia del lenguaje mágico que surge en la espera interminable de saberme entero e indestructible.
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sábado, 1 de septiembre de 2012
DIVIDIDO
Me duele tu ausencia esta noche,
Con ese dolor agónico
Que parte en dos el alma,
Definitivamente…
Una, te esperará en silencio
Acallando tu nombre
Entre sus pliegues.
La otra, se hará palabra
Y en letras como lárimas.
en blancas cuartillas,
Dejará escritos los versos
Que te añoren
Eternamente.
Cigarrillo tras cigarrillo,
En las volutas de humo,
Intentos adivinar
Tu presencia en el aire,
Que se espesa
Hasta hacerse irrespirable.
Mis manos ya me duelen,
De tanto intentar,
en sombras chinescas
moldearte,
dibujar tu esencia
en las paredes de mi alma.
Busco incansable,
Tu aroma de hembra
En esa parte de la almohada
Donde mis dedos traviesos
Se pedían entre tus cabellos.
El sabor a fuego de tu aliento,
Cuando tus labios, de besos,
Poblaban los surcos sedientos
De mi cuerpo….
Mis manos se extienden,
Y solo encuentran
Esa oquedad vacía de ti
Y plena de tu recuerdo…
Y es, ahí,
Donde mis dos partes
Vuelven a juntarse
Y sé, que pase lo que pase
Para siempre, te pertenezco.
(José M. Huete Garcia, Mayo 2012)
Me duele tu ausencia esta noche,
Con ese dolor agónico
Que parte en dos el alma,
Definitivamente…
Una, te esperará en silencio
Acallando tu nombre
Entre sus pliegues.
La otra, se hará palabra
Y en letras como lárimas.
en blancas cuartillas,
Dejará escritos los versos
Que te añoren
Eternamente.
Cigarrillo tras cigarrillo,
En las volutas de humo,
Intentos adivinar
Tu presencia en el aire,
Que se espesa
Hasta hacerse irrespirable.
Mis manos ya me duelen,
De tanto intentar,
en sombras chinescas
moldearte,
dibujar tu esencia
en las paredes de mi alma.
Busco incansable,
Tu aroma de hembra
En esa parte de la almohada
Donde mis dedos traviesos
Se pedían entre tus cabellos.
El sabor a fuego de tu aliento,
Cuando tus labios, de besos,
Poblaban los surcos sedientos
De mi cuerpo….
Mis manos se extienden,
Y solo encuentran
Esa oquedad vacía de ti
Y plena de tu recuerdo…
Y es, ahí,
Donde mis dos partes
Vuelven a juntarse
Y sé, que pase lo que pase
Para siempre, te pertenezco.
(José M. Huete Garcia, Mayo 2012)
viernes, 31 de agosto de 2012
AMAPOLA
De la noche a la mañana
me sorprendes,
no te he visto antes.
en ningún resquicio del aire
asomas,
eres la belleza que late
primaveras,
bajo el tenue olejae del mar
de los trigales verdes.
Te abrs de repente,
latido rojo del alba
en el horizonte de mi mirada,
provocativa, adolescente,
tan fragil,
tan atrevida,
inerme tu desnudez
al embate de la brisa,
que por amarte
en viento te deshoja,
tan quebradizo tu talle,
que a la gota de lluvia se dobla,
que ni la perla del rocío
soporta.
Ees la insignificante excepción,
la rojiza espina de lo inestable,
en el poderío pujante de lo que nace
para quedarse.
Y tanto me entristece,
verte ya cadaver,
que tu esplendor
solo dura un instante,
lo que tarda la mano asesina
en hacer de tus esqueleto
pecado,
que envilece la sangre.
¡Mas sé, que los caminos de la vida
son inscrutables.
y los de la muerte
un capricho de los ateos dioses!
(José M. Huete Garcia, Septiembre 2012)
De la noche a la mañana
me sorprendes,
no te he visto antes.
en ningún resquicio del aire
asomas,
eres la belleza que late
primaveras,
bajo el tenue olejae del mar
de los trigales verdes.
Te abrs de repente,
latido rojo del alba
en el horizonte de mi mirada,
provocativa, adolescente,
tan fragil,
tan atrevida,
inerme tu desnudez
al embate de la brisa,
que por amarte
en viento te deshoja,
tan quebradizo tu talle,
que a la gota de lluvia se dobla,
que ni la perla del rocío
soporta.
Ees la insignificante excepción,
la rojiza espina de lo inestable,
en el poderío pujante de lo que nace
para quedarse.
Y tanto me entristece,
verte ya cadaver,
que tu esplendor
solo dura un instante,
lo que tarda la mano asesina
en hacer de tus esqueleto
pecado,
que envilece la sangre.
¡Mas sé, que los caminos de la vida
son inscrutables.
y los de la muerte
un capricho de los ateos dioses!
(José M. Huete Garcia, Septiembre 2012)
EPITAFIO
Te he visitado esta mañana
Desnudo de olvidos
Vestido de otoños apesadumbrados
Apoyándome en el bastón
De los recuerdos ya rancios
Cabizbajo
Ensimismado
De soledades hasta el hartazgo
Vacío el zurrón
De aquellos panes blancos
Bendecidos
Entre tus senos de alabastro
Piedra blanca
Tallada a golpe de poema
A la sombra de mi tristeza
Equidistando la proximidad de tu boca
La lejanía de tu alma
Absuelta de todo llanto
Incorrupta
En su virginidad
Del surco ya arado
Sembrado
Enraizado
Indisoluble en el barro
De los pies descalzos
De sentimientos desfallecidos
De los sentidos abotargados
Con la fe prometida
Candente en tus ojos
Caducada en los abrojos
El ciprés perdió su sombra
Acunándote en los veranos
Adormeciendo los espantos
Las rosas blancas
Se secaron
Las rojas
En el viento
Dejaron tu rastro
Un crisanremo
Redactó el epitafio
El que decía:
"No hay tumba que sepuelte el olvido
Ni sueño bien enterrado."
(José M. Huete García, Agosto 2012)
Te he visitado esta mañana
Desnudo de olvidos
Vestido de otoños apesadumbrados
Apoyándome en el bastón
De los recuerdos ya rancios
Cabizbajo
Ensimismado
De soledades hasta el hartazgo
Vacío el zurrón
De aquellos panes blancos
Bendecidos
Entre tus senos de alabastro
Piedra blanca
Tallada a golpe de poema
A la sombra de mi tristeza
Equidistando la proximidad de tu boca
La lejanía de tu alma
Absuelta de todo llanto
Incorrupta
En su virginidad
Del surco ya arado
Sembrado
Enraizado
Indisoluble en el barro
De los pies descalzos
De sentimientos desfallecidos
De los sentidos abotargados
Con la fe prometida
Candente en tus ojos
Caducada en los abrojos
El ciprés perdió su sombra
Acunándote en los veranos
Adormeciendo los espantos
Las rosas blancas
Se secaron
Las rojas
En el viento
Dejaron tu rastro
Un crisanremo
Redactó el epitafio
El que decía:
"No hay tumba que sepuelte el olvido
Ni sueño bien enterrado."
(José M. Huete García, Agosto 2012)
jueves, 30 de agosto de 2012
SOMBRA
Te he atado a mi sombra,
la que en el ayer me prolonga,
en ese camino que se alfombra
de todo lo que de mi se apropia,
de todo lo que me sobra.
No serás, de mis pasos, prisionera,
ni aherrojada paloma que ya no vuela,
serás la mas fiel compañera,
en mis soledades, la certeza,
el catálogo de mis tristezas,
el único registro de mis huellas.
Sabrás de la infinitud de mis desiertos,
de como azota el viento,
de como desnuda los sueños,
de como de seca arena son mis recuerdos,
de que ya no hay estrellas en mi cielo,
de que soy leño, abrasado de tanto fuego.
Sabrás, como se derrama la noche,
como en un trago se consume el goce,
como el amor es solo tr¡ste galope,
como de amargura se agrieta el roble,
como cada herida es un broche
en esa maldita danza de los fantoches.
Sabrás, cuan efervescente es la alegría,
que paleta de colores es la sonrisa,
como una dulce palabra al oido dicha,
en la sangre es tropel y algarabía,
como el brillo de una mirada limpia
de dolor deja el alma nítida.
Y cuando mis pasos se acaben,
y para el último solo quede un instante,
dime, lo que de decirme dejaste,
no hagas de mi meoria el pesaje,
hazte sombra en la que el ciprés se alargue,
que asi sabré que en el olvido no me inmolaste.
¡Solo es eterno lo que muere,
solo es aterna la pasíon que se atreve
a soñar que siempre será presente,
cuando en sombra se perpetúe!
(José M. Huete Garcia. Agosto 2012)
Te he atado a mi sombra,
la que en el ayer me prolonga,
en ese camino que se alfombra
de todo lo que de mi se apropia,
de todo lo que me sobra.
No serás, de mis pasos, prisionera,
ni aherrojada paloma que ya no vuela,
serás la mas fiel compañera,
en mis soledades, la certeza,
el catálogo de mis tristezas,
el único registro de mis huellas.
Sabrás de la infinitud de mis desiertos,
de como azota el viento,
de como desnuda los sueños,
de como de seca arena son mis recuerdos,
de que ya no hay estrellas en mi cielo,
de que soy leño, abrasado de tanto fuego.
Sabrás, como se derrama la noche,
como en un trago se consume el goce,
como el amor es solo tr¡ste galope,
como de amargura se agrieta el roble,
como cada herida es un broche
en esa maldita danza de los fantoches.
Sabrás, cuan efervescente es la alegría,
que paleta de colores es la sonrisa,
como una dulce palabra al oido dicha,
en la sangre es tropel y algarabía,
como el brillo de una mirada limpia
de dolor deja el alma nítida.
Y cuando mis pasos se acaben,
y para el último solo quede un instante,
dime, lo que de decirme dejaste,
no hagas de mi meoria el pesaje,
hazte sombra en la que el ciprés se alargue,
que asi sabré que en el olvido no me inmolaste.
¡Solo es eterno lo que muere,
solo es aterna la pasíon que se atreve
a soñar que siempre será presente,
cuando en sombra se perpetúe!
(José M. Huete Garcia. Agosto 2012)
HALO
Amor,
hoy mis versos no son apasionados,
el gallo cantó como de costumbre
su alarde de macho reinante,
La Luna se asomó a mi ventana
para despedirse con un beso en mi frente,
el mar me ha susurardo al oido
las viejas histrias que dibujan el horizonte.
la llama de la vela en su pausado vaivén
me ha traido el ondular de tus caderas
como siempre.
Mas, una ráfaga de viento,
blanca y gélida como la nieve,
ha recorrido toda mi espalda
y penetrado por las rendijas de mi alma,
de repente.
Se ha silenciado el canto del gallo,
La Luna ha corrido despavorida
a refugiarse en una nube negra
con relámpagos entre sus dientes,
el mar ha callado,desplicente,
la llama de tus caderas
ha apagado al ardor de su vientre...
De mi blanca cuartilla
ha sido borarada hasta la última letra
de esos versos de pasion irreverente,
y mis dedos atemorizados
a recorrer los lindes de tu deseo
ya no se atreven.
Quizás,
esta madrugada me ha rozado
ese halo itinerante
del cometa de la muerte...
(José M, Huete Garcia, Agosto 2912)
Amor,
hoy mis versos no son apasionados,
el gallo cantó como de costumbre
su alarde de macho reinante,
La Luna se asomó a mi ventana
para despedirse con un beso en mi frente,
el mar me ha susurardo al oido
las viejas histrias que dibujan el horizonte.
la llama de la vela en su pausado vaivén
me ha traido el ondular de tus caderas
como siempre.
Mas, una ráfaga de viento,
blanca y gélida como la nieve,
ha recorrido toda mi espalda
y penetrado por las rendijas de mi alma,
de repente.
Se ha silenciado el canto del gallo,
La Luna ha corrido despavorida
a refugiarse en una nube negra
con relámpagos entre sus dientes,
el mar ha callado,desplicente,
la llama de tus caderas
ha apagado al ardor de su vientre...
De mi blanca cuartilla
ha sido borarada hasta la última letra
de esos versos de pasion irreverente,
y mis dedos atemorizados
a recorrer los lindes de tu deseo
ya no se atreven.
Quizás,
esta madrugada me ha rozado
ese halo itinerante
del cometa de la muerte...
(José M, Huete Garcia, Agosto 2912)
miércoles, 29 de agosto de 2012
MELANCOLÍA
Te regalaré la quieta mansedumbre de la palabra,
La pesarosa afonía en mi garganta atravesada.
Ese vocablo que se me queda entre suspiros en el alma.
Te regalaré las iniciales de tu nombre,
Escrita con la osadía del agua de una lágrima dolorida,
Todo la voz sumergida en la sombra de la noche,
Toda esa soledad que se parece a tu rostro de virgen
Cuando la inocencia serpentea en tu mirada,
La única estrella que brilla en la profundidad de mis nostalgia.
Te regalaré ese rayo de luna que en mis pupilas se apaga,
Ese trémulo silabeo de mis dedos cuando te recorren,
Ese recuerdo de los días amarrados al recuerdo,
La última canción del grillo solitario antes de morir en la solemnidad del alba,
El registro archivado y enciclopédico de cada uno de mis huesos.
Denudados hasta el tuétano vacío ya de sueños.
Te regalaré la frigidez de la sonrisa incrustada en mi cráneo,
La urgencia de la madreselva enraizada en la oquedad
Que tan puntual fue ahondando silencios y desamparo.
Te regalaré todo lo que me queda,
Lo que la muerte no se atrevió a robarte,
Esa huella que en la piedra se retuerce,
Buscando esa eterna grieta que devuelva
A la tierra, la penitud de su abdomen de madre,
Lo que la resurrección de los muertos…
Aun espera…
¡Que la nada que la memoria envilece
Sea parida en palabras desde esa eternidad
Que en eternidad todo lo convierte!
(José M. Hete, Junio 2012)
Te regalaré la quieta mansedumbre de la palabra,
La pesarosa afonía en mi garganta atravesada.
Ese vocablo que se me queda entre suspiros en el alma.
Te regalaré las iniciales de tu nombre,
Escrita con la osadía del agua de una lágrima dolorida,
Todo la voz sumergida en la sombra de la noche,
Toda esa soledad que se parece a tu rostro de virgen
Cuando la inocencia serpentea en tu mirada,
La única estrella que brilla en la profundidad de mis nostalgia.
Te regalaré ese rayo de luna que en mis pupilas se apaga,
Ese trémulo silabeo de mis dedos cuando te recorren,
Ese recuerdo de los días amarrados al recuerdo,
La última canción del grillo solitario antes de morir en la solemnidad del alba,
El registro archivado y enciclopédico de cada uno de mis huesos.
Denudados hasta el tuétano vacío ya de sueños.
Te regalaré la frigidez de la sonrisa incrustada en mi cráneo,
La urgencia de la madreselva enraizada en la oquedad
Que tan puntual fue ahondando silencios y desamparo.
Te regalaré todo lo que me queda,
Lo que la muerte no se atrevió a robarte,
Esa huella que en la piedra se retuerce,
Buscando esa eterna grieta que devuelva
A la tierra, la penitud de su abdomen de madre,
Lo que la resurrección de los muertos…
Aun espera…
¡Que la nada que la memoria envilece
Sea parida en palabras desde esa eternidad
Que en eternidad todo lo convierte!
(José M. Hete, Junio 2012)
LA VOZ DEL DESEO
Canta el gallo antes del alba,
y su procacidad de macho
la siento, como una amenaza,
en esta ambigüedad
de las horas
en que nada se arriesga,
en este letargo del tiempo
donde, ajeno de concupiscencia
me regodeo con efímeras sombras
sin caderas,
sin miradas brillantes de deseo,
sin bocas sedientas
del néctar que se derrama
de copas que rebosan,
sin manos humedecidas
de la vaciedad de lo insípido,
que se escapan
en la sutileza de lo inocuo,
sin entrepiernas donde palpita
en gemidos ahogados,
con lluvias que no atinan,
en el surco sagrado
donde explota la vida...
Me resigno y espero la caricia suprema
de los pétalos de fuego
que ponen la palabra
enhebrada de luces
en la garganta de un nuevo día,
donde encuentro tus ojos,
y en ellos pletórica,
la llamada del deseo,
ese quebradizo trazo.
en que me siento esqueleto
desnudo de todo,
lleno de muerte.
Y a ese bode del abismo me asomo
alzando mi silencio desgarrado
hasta ese punto de luz
donde tu voz me llama
para hacernos uno,
enlazados en el vértigo,
peregrinos del misterio.
(José M. Huete García, Julio 2012)
Canta el gallo antes del alba,
y su procacidad de macho
la siento, como una amenaza,
en esta ambigüedad
de las horas
en que nada se arriesga,
en este letargo del tiempo
donde, ajeno de concupiscencia
me regodeo con efímeras sombras
sin caderas,
sin miradas brillantes de deseo,
sin bocas sedientas
del néctar que se derrama
de copas que rebosan,
sin manos humedecidas
de la vaciedad de lo insípido,
que se escapan
en la sutileza de lo inocuo,
sin entrepiernas donde palpita
en gemidos ahogados,
con lluvias que no atinan,
en el surco sagrado
donde explota la vida...
Me resigno y espero la caricia suprema
de los pétalos de fuego
que ponen la palabra
enhebrada de luces
en la garganta de un nuevo día,
donde encuentro tus ojos,
y en ellos pletórica,
la llamada del deseo,
ese quebradizo trazo.
en que me siento esqueleto
desnudo de todo,
lleno de muerte.
Y a ese bode del abismo me asomo
alzando mi silencio desgarrado
hasta ese punto de luz
donde tu voz me llama
para hacernos uno,
enlazados en el vértigo,
peregrinos del misterio.
(José M. Huete García, Julio 2012)
martes, 28 de agosto de 2012
LA ÚLTIMA MIRADA
Antes de apagar la luz,
antes de que el aire se despoje
de esas tomalidades,
que lo hacen palpable,
dime de que color son las flores,
de que color sus pétalos,
aún vírgenes,
de que color la mariposa
que las seduce.
Antes de que La Luna
oculte su sonrisa
de osada celestina,
en el lado oscuro de su sombra.
Antes de que el cielo, sea solo
un inmenso sudario blanco
con que lo amorfo se viste.
Antes que el mar sea
una infinita avenida
donde cayeron las estrellas
cuando, una a una,
perdieron su brillo
y se hicieron hojas secas.
Dime de que color
son las gotas de lluvia
que resbalan por tus mejillas,
de que tonalidad del rojo
es el racimo de cerezas
que pende de tu boca.
Amtes de apagra la luz,
quisiera que me dijeras,
SI la realidad es otra cosa,
que los despojos de los sueños,
cuando su imocencia se mancilla.
¡Antes de qe todo ocurra,
deja que en mi última mirada
todo lo oscuro se oculte
tras el perpetuo recuerdo
de tu sonrisa!
(José M. Huete García, Agosto 2012)
Antes de apagar la luz,
antes de que el aire se despoje
de esas tomalidades,
que lo hacen palpable,
dime de que color son las flores,
de que color sus pétalos,
aún vírgenes,
de que color la mariposa
que las seduce.
Antes de que La Luna
oculte su sonrisa
de osada celestina,
en el lado oscuro de su sombra.
Antes de que el cielo, sea solo
un inmenso sudario blanco
con que lo amorfo se viste.
Antes que el mar sea
una infinita avenida
donde cayeron las estrellas
cuando, una a una,
perdieron su brillo
y se hicieron hojas secas.
Dime de que color
son las gotas de lluvia
que resbalan por tus mejillas,
de que tonalidad del rojo
es el racimo de cerezas
que pende de tu boca.
Amtes de apagra la luz,
quisiera que me dijeras,
SI la realidad es otra cosa,
que los despojos de los sueños,
cuando su imocencia se mancilla.
¡Antes de qe todo ocurra,
deja que en mi última mirada
todo lo oscuro se oculte
tras el perpetuo recuerdo
de tu sonrisa!
(José M. Huete García, Agosto 2012)
PEREGRINO
Esta noche he sido océano,
y tu pequeña luna
salpicando destellos entre las olas.
He sido el apagado bramido
de lo atávico,
y tu gota de espuma
pintando el aire de blanco.
He sido águila hambrienta
señoreando el viento,
cuando he volado mas allá
de la cordillera de tu cuerpo,
y tu, crisálida abierta
desnudando tu misterio.
He sido peregrino
en la hierba tierna
de tus caminos,
he llamado a tu puerta
emborrachado del fuego
de todos los soles,
y, cuando me has abierto...
¡Junto a tu pecho,
he dejado el cansado rescoldo
de cada uno de mis sueños!
(José M. Huete García, Agosto 2012)
Esta noche he sido océano,
y tu pequeña luna
salpicando destellos entre las olas.
He sido el apagado bramido
de lo atávico,
y tu gota de espuma
pintando el aire de blanco.
He sido águila hambrienta
señoreando el viento,
cuando he volado mas allá
de la cordillera de tu cuerpo,
y tu, crisálida abierta
desnudando tu misterio.
He sido peregrino
en la hierba tierna
de tus caminos,
he llamado a tu puerta
emborrachado del fuego
de todos los soles,
y, cuando me has abierto...
¡Junto a tu pecho,
he dejado el cansado rescoldo
de cada uno de mis sueños!
(José M. Huete García, Agosto 2012)
domingo, 26 de agosto de 2012
LO QUE PERMANECE
Amor,
a veces, siento una muda inquietd
cuando te pienso,
trastocas el mapa del tiempo,
ese calendario,
en que mi fé, en constante retoño
se asienta,
eres la plenitud de la Primavera,
en las sienes de mi Otoño
meditabundo, errático
como hoja abandonada al viento.
Eres, la sutil y traslúcida huella
que graba ecos en mi memoria,
un sencillo aleteo,
el murmullo de la brisa,
la gota de lluvia que se desliza,
por esta página del libro
que por tu nombe,
siempre ha estado abierto.
¡Amor,
tu eres lo que queda,
y yo, lo que en despojos
de atudidas esperas,
se va marchando!
Eres ese instante que trastoca
mi fé y mi calendario,
el único matiz de lo necesario.
(José M. Huete Gracía. Agosto 2012)
Amor,
a veces, siento una muda inquietd
cuando te pienso,
trastocas el mapa del tiempo,
ese calendario,
en que mi fé, en constante retoño
se asienta,
eres la plenitud de la Primavera,
en las sienes de mi Otoño
meditabundo, errático
como hoja abandonada al viento.
Eres, la sutil y traslúcida huella
que graba ecos en mi memoria,
un sencillo aleteo,
el murmullo de la brisa,
la gota de lluvia que se desliza,
por esta página del libro
que por tu nombe,
siempre ha estado abierto.
¡Amor,
tu eres lo que queda,
y yo, lo que en despojos
de atudidas esperas,
se va marchando!
Eres ese instante que trastoca
mi fé y mi calendario,
el único matiz de lo necesario.
(José M. Huete Gracía. Agosto 2012)
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