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miércoles, 19 de marzo de 2014

AMANECER

Fue cuando bajo tus parpados
marcaba el alba su hora,
cuando en el arpa de tus pestañas
la brisa hacía sonar sus notas,
y un beso arrullaba en tu boca.

Aún quedaban restos de luna
y sus escabrosidades de nácar
en las esquinas de la nostalgia,
aun quedaba quebrados cristales
de la noche y sus patrañas.

A mi llanto ya no le quedaba
un hilván sujetando la cordura,
ni a mi soledad un rincón
donde esconder su desnudez
carente ya de botonaduras.

Fue en ese instante mágico,
que como gotas de rocío
te posaste en los rojos claveles,
que en mi pecho herido
se amustiaban toda locura.

Brotaron mil girasoles encendidos
en los jardines del alba,
se vistieron los cielos
de azules con cenefas blancas,
y, ya, armonía fue toda palabra.

(José M. Huete García, Marzo 2014)

D.A.R.

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