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miércoles, 7 de enero de 2015

LA PEQUEÑA FLOR

No era herida abierta
ni sangrante
ni un puñal traicionero
clavado
entre los omoplatos

Lo que dolía
a la pequeña flor
Que se negaba a morir
en el barro
en el sucio rincón
del barrio

Era la pena
que la amamantó
entre  pañales
de hambre
entre sueños a pedazos

Era el ladrido
del perro acobardado
triste y flaco
Que ya solo a ella
se atrevía
a saludar con el rabo

Eran los niños
que no reían
Que puños
hacían con sus manos
por matar el rato

Le brotaron espinas
rojos lacerantes
en sus pétalos
Y un ser extraño
símbolo de su pasión
la nombró
Y entre plásticos
su doliente dignidad
le arrebató

(José M. Huete García, Diciembre 2014)

D.A.R.

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