Quizás,
somos cantos rodados del mismo río,
gotas de la
misma lluvia melancólica y cristalina,
donde todo
se inicia.
Quizás,
seamos surcos arados
en el mismo
tiempo de cenizas,
granos de
trigo de la misma espiga,
pan amasado
por las mismas manos,
hambre de
la misma memoria
no escrita.
Uvas del
mismo racimo amargo,
restos de
la misma botella vacía
antes de
que fuera bebida.
¡Quizás,
seamos despojos
de la misma
vida!
Quizás el
mismo dios
escribió el
destino
en la palma
de nuestras manos
en el
ángulo oscuro
de nuestros
espantos.
Quizás
somos restos del mismo naufragio
de lo
prescrito,
el mismo
trazo fugaz
del
horizonte,
la efímera
pirueta
de alguna
golondrina
de su nido
perdida,
el parpadeo
del girasol
en las
horas tristes de soles.
Quizás,
solo seamos el rumor
del
ancestral abismo
oculto en
el vientre de la caracola
que en la
playa muere
guardando
el secreto,
de por qué
el deseo es como las olas
que nacen
de sal embravecidas
y en
espumas dulces se amansan
para volver
a cabalgar la misma brisa
con que el
tiempo agoniza.
Quizás,
solo somos dos instantes
entre el
azar y el cálculo de probabilidades,
que se
encontraron
trasgrediendo
las leyes,
para
copular frenéticos
en una
pasión insaciable.
¡Quizás, ya
solo somos
el eco de
lo que fuimos,
el reflejo
amarillento
del mismo
espejo!
Quizás,
solo somos
lo que
nunca fuimos,
o, quizás,
solo somos
el misterio
inescrutable
que el
silencio descifra
en la
inexorable espera
de lo
inevitable.
¡Quizás,
solo seamos la lágrima
de la
azucena ultrajada
por un
colibrí atormentado!
¡Quizás,
solo
existamos en ese linde
entre el
tiempo prohibido
y un acorde
de la nada!
Quizás tu vida sea ahora, el candil que alumbre las sombras de las dudas de una existencia, con la luz que abarca no más allá de una palmatoria, permites dislumbrar en el camino los escollos que no se nombran...me encantó!
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