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viernes, 30 de agosto de 2013

EL LARGO TIEMPO DEL OTOÑO

Cuando te adentras en las intrincadas frondosidades de mis otoños,
Paseas tan absorta en encontrar el significado de tanto árbol marchito,
De tanta tristeza instalada en los nidos vacíos que lo habitan,
En el decrépito colorido que tras el viento se tiñen las hojas caídas,
En mis raíces una lagrima de savia se agita.

Tan despacio, con el tacto de las manos enervado de ternura, acaricias
Cada herida que el tiempo fue horadando en la dura corteza del roble,
Cada llanto de pesada lluvia que va dejando la tierra vestida de tristeza,
Con los pies descalzos vas pisando los surcos repletos de huellas,
Cuando un corazón aún anchuroso te ansía.

Tus ojos despojados ya de la mirada que se habita de melancolía.
Busca en el aire la antigua cadencia de la vida cuando era melodía,
No quieres olvidar que no hay viento que sentencie  la muerte,
Que no hay tiempo que amargue los vestigios del sabor dulce de la tierra,
Y mientras en los cauces secos de mis venas la savia se entibia.

Mira en la profunda mirada del otoño que amarillea antes de la despedida
Y encontrarás la respuesta a la pregunta que te queda,
¿Es acaso despreciable el girasol que pleno de simiente se rinde,
Porque la luz es un eco que  entre colores encubre la  desidia?

Y por todo eso que adivinas en mi alma con delicadeza
Y el sonido armónico de las palabras que pronuncias y me concluyen.
Se que ya no hacen falta primaveras para desde el alboroto de tus cabellos
Hasta la sensatez del atrevimiento de tu entrepierna,
Hay un largo caminar que a lo cierto desafía.

(José M. Huete García. Agosto 2013)

D.A.R.

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