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miércoles, 4 de marzo de 2015

LO QUE SIEMPRE QUEDA


Te siento revolotear
entre estas mugrientas paredes
que no quieren desprenderse
de sus castrantes antigüedades
Y esta piel huidiza
monosilábica
Que va olvidando la inquietud
de la palabra
cuando a cambio de una caricia
por tus jardín de azaleas y jazmines
como abeja presta se esparcía

Son otras cadencias
las que sobreviven en las sombras
Marchitas carcajadas
que arremolinan los temores
de una quimera colgada del aire
Un musitar de musas
arrinconadas en sitiales
llenos de herrumbre
Que ya se desdijeron de sus afanes
de ser adoradas vírgenes

Nunca fuiste dialogante
con la costumbre de llevar
collares de hojas verdes
sobre tus pechos ancestrales
Ni fue frecuente en tu sexo
el redoble de cien tambores
taladrando la quietud del bosque
Nunca tuvimos el deseo
de calmar en la  epidermis
la observancia de nuestro celo

Ahora que el mar vuelve calmo
cansado de recorrer
los espigones insolentes
de los puertos sin resguardo
Que trigales y vides
se serenan al sol de lo ecuánime
Que el ensueño lo vivimos
como un tiempo molesto

Te pido aprovechar los retales
de las palabras un insomnes
Y dejar que sus alas
nos lleven
como periódicos ya viejos
Al  callejón
donde eternos alumbran faroles
que entreabren los portones
por donde se oye
la voz de un poema proscrito
de un rezo aún indemne

(José M. Huete García. Marzo 2015)

D.A.R..

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