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lunes, 14 de septiembre de 2015

LA CEGUERA DEL ALMA

Hay  oscuridades llenas de soles
Anchas avenidas de espeltas torres
que se iluminan con lámparas de aceite
Ajetreados seres
que sigilosos se orientan a la luz de neones
Que se miran sonrientes y se aludan
con un acostumbrado buenos días
o un manoseado termómetro de los calores

Hay ojos tan cortos de vista
que solo ven tras el recuadro de unas lentes
tan elegantes que solo permiten ver
la exactitud de los colores
Que no pueden mirar hacia dentro
y ver las aristas del alma y sus dolores
Que no quieren saber mas allá de lo correcto
el sentimiento que se derrama por sus bordes

Hay lenguajes llenos de silencio
Palabras que se aprenden al dictado en las aulas
donde hasta el lápiz apesta a lavanda
Voces que se aterran por un rebelde acorde
Que se esmeran en ser ordenada monotonía
Que actuarán como burdos destripaterrones
si en el aire se hace presente
una polifonía con la vibración de su desorden

Qué sabe que no sea de bordados y tafetanes
el que tan altivo anda sin malolientes sudores
Que sabe de lo que pesa en la espalda
lo que quedó como cadáver de la inocencia
De los pudores que se perdieron en el columpio
y perduran balanceándose en la conciencia
Que sabe de los tormentos que imploran perdón
sin escucharse con complacencia

No te pido que me acompañes
con os ojos bien puestos donde se debe
pues solo salpicaré tu piel de errores
Ni tampoco que nos alistemos a ser héroes
que de eso poco pan y mucho dolor se come
Pero si te pido con el amor expuesto
que solo a él adoremos y si es necesario
hagamos cada día veinte genuflexiones.

(José M. Huete García. Septiembre 2015)

D.A.R.

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