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martes, 18 de diciembre de 2012

DESPEJANDO INCÓGNITAS

En su ojo dorado marcaba su centro el día,
Brillante, ardiente,
Enfebrecido de soles.
La brújula en eterna quietud
Señalaba el Norte,
El viento callaba en un lenguaje inmóvil
Esperaba que un pincel de hebras de seda
Dibujara en la incógnita de tu piel
El jeroglífico de tu nombre
Hecho de cadencia de palmera y goce.

Eras la misteriosa gaviota blanca
Que de mis soledades roba
Su alimento de la noche,
La pícaro gata de un lucero enamorada
Que con su procaz maullido
Pone sordina a mis tristezas,
Eres la sombreada silueta de una mariposa
Que aletea en mis pestañas
Aventando hasta mi última lágrima,
Eres el puro aroma a hembra de la tierra.

Entre tus labios me hago agua dulce,
Entre tus dedos se diluyen mis esperas,
En tus pechos culmino cimas de eternidades,
En tu vientre bendigo la paz del caminante
Y entre tus muslos descubro
Que no es cavernas donde se oculta el éxtasis,
Que es en el bullicio de las palabras
Que son burbujas en los cauces de tu sangre
Donde antes, durante y después de un “te amo”
Es donde se agota el caudal de todas las fuentes.

(José M. Huete García, Diciembre 2012)

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