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domingo, 8 de marzo de 2015

LA MUJER QUE AMO

La mujer que amo
no es una virgen
descendida de los sueños
Ni el vago eco
de una estrella
en el Universo

Tiene los pies pequeños
para dejar como rejones
sus huellas en el suelo
Las manos enormes
para recoger con ellas
los restos del naufragio
que deja sufrimiento

No es flexible
como las palmeras
Ni estilizada
como escorzo de modelo
Tiene las espaldas
bien cargadas
de sólidos huesos

Sus labios
nunca fructifican
como cerezos
Ni sus pechos
exigen mirar al cielo

La mujer que amo
es de carne y hueso
Ríe con estruendo
y llora
sin remordimiento
Es la mas dulce
cuando nos posemos
Y la mas fiera
cuando me pierdo

A la mujer que amo
nunca la he soñado
Es tan real
y  con tantas raíces
que nunca se elevará
mas alta que el suelo

(José M. Huete García, Marzo 2015)

D.A.R.

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