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viernes, 12 de octubre de 2012

AUN HAY NIDO PARA LA CIGÜEÑA

Amor,

yo sé que te preocupa

distinguir quienes son los buenos,

y quienes los malos,

que aún arropas tu mente

con esa manta inocente

de los cuentos de siempre,

que en las tarde de invierno

recitaba la abuela,

reavivando el calor del brasero

con la badila en mano.

Sé que toda tu vida has caminado

y te ha sido suficiente,

con esos ropajes

tan esquemáticos,

donde la certeza se bordaba

con hilos tan resistentes

que siempre duraban

uno y otro, y otro verano.

Y ahora en los tiempos agitados,

cuando la verdad y la mentira

son solo fugaces matices

que apenas duran un rato,

te sientes tan desnuda

y extravagante,

como se siente la cigüeña

cuando ya no es de piedra,

sino de fibrocemento

su ancestral campanario,

Mas yo te digo, amor,

que en este tiempo desarraigado,

en este Via Crucis,

en que se convierte el camino

para el sentimiento puro

que en la incerteza

se siente inmolado,

siempre reconocerás al malo,

en quien sin darte mas opción

quiere arrastrarte hasta su lado.

No dejes que tu historia

sea escrita por otras manos,

que no sean tan pulcras

como las de la abuela

con la badila en mano,

que ellas solo se manchaban

de carbón,

y de pan amasado a mano.

No creas a quienes predican

desde una u otra trinchera,

que ahora es el tiempo del dolor

y de la rabia en le corazón…

¡Que nunca hubo una Primavera

a la que no sucediera un verano,

y la cigüeña seguirá anidando!

(José M. Hete García, julio 2012)

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