Hace solo un momento
tu risa aún era revuelo
de ruiseñores y jilgueros
Tu voz ilusionada
era franca y cristalina
con un deje de picardía
Corría el agua bajo el puente
la brisa entre los pinos
cuando me decías
elevándote hasta el cielo
cuanto me querías
Que amar es una caricia
Daba sus pasos
una nubecilla por el cielo
Una rosa
ofrecía sus pétalos
para enamorar
a un colibrí inquieto
Que eterno es ese instante
en que el tiempo
se queda quieto
En que aún el día
no ha frunce el entrecejo
Y el sol parece perpetuo
Dejo mis ojos abiertos
para que este sueño
cuelgue en mi alma
Como los racimos
que de imborrable rojo
penden del cerezo
(José M. Huete García. Abril 2915)
D.A.R.
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