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miércoles, 14 de noviembre de 2012


A TI, A LA QUE SIEMPRE AMARE

Tu encendiste en mi la luz de la palabra,
la que hablaba del sueño de lo eterno,
la que guardaba solo para ti,
aún impoluta y plena de fé,
a pesar de penar durante tantos otoños hueros.

Y ahora, cuando el mar.
al que tu me enseñaste a amar,
porque tu aroma era de sal
y tu sabor la humedad de las olas,
...
es solo el lugar donde se hunden los restos,
llega ese tiempo en que el adiós,
es solo un hueco profundo y negro,
donde ni siquiera el olvido
merecera un verso dolorido,
ni el recuerdo un piadoso recogimiento,

1 comentario:

  1. Siempre hay un siempre, y en este caso el del principio y el de un final que muchas veces no se desea, haciendo todo insoportablemente doloroso, pero existir es un contínuo donde los sentimientos son equipaje de mano inseparables, su huella son imborrables, no hay mar que las lama,ni viento que la borre, ni fuego que los incinere...pero cómo duelen las despedidas cuando de amor se trata...

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