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miércoles, 30 de octubre de 2013

HISTORIA DE TU Y YO

Amor,
en esas tardes tan nuestras
en que los tonos violáceos
imponen mansedumbre
hasta al aire,
y nos decimos tantas cosas,
porque de la palabra
hemos hecho rito, ofrenda
y exorcismo,
contra ese fatalismo del tiempo
que intenta convertirnos
en hoja caduca
que morir se deja.

A veces me reprochas,
con esa tibieza con que tu voz
modula las palabras
tan redondas, tan exactas,
como tejidas con tus manos,
tan dulcificadas
por esa sabiduría de mujer
de madre que advierte
pero no hiere…

Que la tristeza habita
como parasito en mi mirada,
que la melancolía me doblega
hasta hacer que mi piel
tome ese tono amarillento
de la vejez incipiente,
que del pasado he de desprenderme
para seguir avanzando.

Y yo intento comprenderte,
miro a mi alrededor
y constato que por primera vez
todo está en su sitio,
todas esas cosas pequeñas
que con tesón hemos guardado,
porque tanto hablan de nosotros,
pues las grandes
por la ventana se fueron
poco a poco,
en busca de otros puertos
mas inseguros por osados.

Y te miro desde mi ser
agradecido y enamorado,
con esa mirada bien medida
y cuidadosa,
con que el niño mira
aun desnudo de resabios,
a su madre,
para defenderse de un regaño.

Y te digo,
que tu corazón
quizás sea mas valiente,
y pretenda que toda la leña
que aún nos queda
ha de prenderse en una hoguera
antes que la invada el moho,
pero que las cenizas
son volátil presa del viento,
y que mas vale mantener
este acaecer templado,
en que el pasado
hemos guardado sin llave
pero a buen recaudo.

Que el presente
lo coses cada día
con incuestionable paciencia
en perfectos remiendos,
y yo lo pronuncio
en cada poema de sosegados versos..

Y el futuro, mi amor,
no consiste en mirar adelante,
sino en aceptar
que cada vez que nos acercamos
con el corazón abierto
y la mente libre de adverbios,
en estas tardes que mueren cárdenas,
estamos fabricando
el sueño
de lo que permanece eterno.

(José M. Huete García. Octubre 2013)

D.A.R.

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