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martes, 26 de noviembre de 2013


CÍRCULOS DISCÉNTRICOS.

No sabíamos que hacer,
para que no se nos apagaran las horas
entre nuestros besos
y aquella distancia de obligado cumplimiento.

Inventamos un nuevo recorrido,
una estación término para nuestros versos.

-. Siempre nos quedará Paris…-
Nos dijimos orgullosos del remedo,
entrechocando las manos,
dejando toda desnudez al descubierto,

¡Qué ilusos fuimos…
Cuando no pudimos ser cuerdos!

¡No nos dimos cuenta,
de que siempre sería Humphrey Bogart,
y tu no dejarías de ser Ingrid Bergman!

No hay escalones para subir a lo eterno,
solo círculos discéntricos
formulando la secreta ecuación
de discernir tiempo y espacio dispersos.

Un torbellino que nos arrastró
hasta ese efímero momento,
en que comprendimos
que el amor es el mas lejano
y fugaz de lo misterios,
cuando mas cercano se encuentra
el aroma a sudor de nuestros cuerpos.

Ahora ya sabemos que no hay paladar
que deguste palabras nuevas.
Que con cada te amo
echamos raíces en un tiempo
que nos recita en salmos incompletos,
en cacofonías de un verbo sin plural,
en apuntes de eternidad.

(José M. Huete García. Noviembre 2013)

D.A.R.

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