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miércoles, 22 de agosto de 2012

LUNA

No fue culpa de la noche.

ni de su angustia,

ni de su tristeza,

ni del secreto vuelo de una mariposa,

que un sombra se desprendiera

del resto de las sombras,

haciéndose Luna,

y deslizara, traviesa,

sus cabellos sobre mi pecho.

Sus dos caras eran tus ojos,

en una…

el plateado brillo de los sueños,

en la otra…

la dura piedra donde se tritura

la áspera quietud del recuerdo,

Cada uno de sus pechos

era la erizada punta de sus extremos.

Y su vientre...

Su vientre era

el redondo círculo del Océano

donde palpita el profundo latido del Universo.

Y ame a esa Luna perversa,

que me enseño a copular con mi silencio,

a saber con certeza

que tu eres el último destello

de mi última Primavera.

¡Y te ame tanto,

que entre las sabanas,

como hojas secas quedaron

todos los restos de mis Otoños!

(José M. Hete, Junio 2012)

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