LUNA
No fue culpa de la noche.
ni de su angustia,
ni de su tristeza,
ni del secreto vuelo de una mariposa,
que un sombra se desprendiera
del resto de las sombras,
haciéndose Luna,
y deslizara, traviesa,
sus cabellos sobre mi pecho.
Sus dos caras eran tus ojos,
en una…
el plateado brillo de los sueños,
en la otra…
la dura piedra donde se tritura
la áspera quietud del recuerdo,
Cada uno de sus pechos
era la erizada punta de sus extremos.
Y su vientre...
Su vientre era
el redondo círculo del Océano
donde palpita el profundo latido del Universo.
Y ame a esa Luna perversa,
que me enseño a copular con mi silencio,
a saber con certeza
que tu eres el último destello
de mi última Primavera.
¡Y te ame tanto,
que entre las sabanas,
como hojas secas quedaron
todos los restos de mis Otoños!
(José M. Hete, Junio 2012)
Cuando el espíritu palidece ante lo irresoluble de la realidad, que nos castiga y amedrenta, la palabra teje ese manto que nos protege, que nos abriga, que nos devuelve a las horas de la inocencia, LA POESÍA. Aquí me encontrareis desnudo de equipajes inservibles, transpirando los sentimientos mas esenciales de mi devenir. Con mis dolores de parto, con mis alegrías rescatadas con la inmensa potencia del lenguaje mágico que surge en la espera interminable de saberme entero e indestructible.
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