UN PASEO POR LOS SUEÑOS
Esta noche he celebrado
un aquelarre en mi habitación,
he invitado a todos los espectros
que poblaron inmisericordes,
los tiempos de mi inocencia.
Han venido todos,
los que convoqué,
los que rescaté del olvido.
Unos trajeron sus mascaras,
otros su caras bien lavadas,
y la memoria acicalada
de todos los instantes,
con los que fueron construyendo
desde los cimientos
hasta las paredes de mi alma.
Vino Blancanieves rodeada
de sus siete enanitos,
en representación de todos
los posibles sentimientos,
los bastardos y los auténticos.
Vino el capitán Trueno,
su espada incorruptible
y siempre justiciera,
de un justicia elemental
y adoctrinada y servil simpleza.
Acompañado de su enamorada Sigrid,
reina del reino de los hielos
tan gélida como su reino.
Vino Pinocho y su maestro carpintero,
aquel muñeco sádico
que me hacia tocarme la nariz,
cada vez que ejeecía
mi derecho inalienable a la mentira,
y con ella defender
mi identidad mas pueril.
Vino la Cenicienta,
en su calabaza robada a los sueños.
su madrastra
sus hermanastras,
y su envidia mas perversa.
En las manos aun traía
esos zapatitos de charol
que nunca nadie mas le puso,
para liberarla su cuarto oscuro
Y vino el Rey Arturo,
y su corte de trotamundos,
y en las manos aún los planos
de la utópica Camelot,
porque nadie le cedió el terreno
para construir un mundo nuevo.
Vino Asterix, y Obelix,
francos de apellido,
pero de universal nombre,
en su interminable lucha
contra la opresión de los Imperios,
demostrando que la fé
Es la fuerza mas irreductible
del hombre que de sus raices
toma la savia de si mismo.
Vino el Principito,
al que aún sentí igual de lejano
porque mi mentalidad infantil
aún no estaba intelectualizada
para coomprender
la inexorable decadencia
a que alcanza el ser humano,
si no mira su esencia
desde las alas de un aerplano.
Vino el capitán Nemo
y su misógino submarino,
y seguí envidiando
su barba y su cuello alto
de marino de todos los mares
y su desprecio por toda norma
de impuesto comportamiento.
Y vivieron Drácula y el Hombre lobo,
los amantes mas lujuriosos,
que en sus pasiones de la sangre,
aterrorizaban mis noches
de miradas alertas
y sábanas hasta la cejas.
Y vinieron el Dr Jeckill y Nr Hyde
Para seguir alimentando
Esa paranoia que me aprisonó
Durarnte tanto tiempo
de creer que solo existe
lo bueno, o lo malo.
Vino Mafalda y su sarcasmo
Que nunca hacía herida
Con la espada de la palabra
Un azote mortal
Para toda idea anquilosada.
Vinieron los siete pecado capitales
Para cerrar el circulo de terror
Que contenía el infierno,
Y a ls veniales no les invité
Porque hubiera necesitado un espacio
Tan grande como el Océano.
Y de pronto el tiempo me regaló
un instante mágico,
los espectros quedaron quietos
suspendidos en su paso de danza,
La Luna lloro lluvia de plata en mi ventana,
las estrellas pusieron en el cielo
farolillos de feria de gala,
y en una voluta de mi caigarrillo,
mientras el viejo saxo entonaba
su mas prolongado lamento,
te hiciste provocativa lujuria,
y acaricié tus contornos
sin pausa y sin miedo,
fui arrancando tus velos
Y allí mismo te amé
con la fuerza salvaje
que solo da la pasión prohibida.
(José M. Huete, Mayo 2012)
Cuando el espíritu palidece ante lo irresoluble de la realidad, que nos castiga y amedrenta, la palabra teje ese manto que nos protege, que nos abriga, que nos devuelve a las horas de la inocencia, LA POESÍA. Aquí me encontrareis desnudo de equipajes inservibles, transpirando los sentimientos mas esenciales de mi devenir. Con mis dolores de parto, con mis alegrías rescatadas con la inmensa potencia del lenguaje mágico que surge en la espera interminable de saberme entero e indestructible.
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