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sábado, 20 de octubre de 2012

BRUMAS DE ATARDECER

Amor,

la tarde sonríe radiante de soles,

el mar ha templado su fiereza,

la brisa es tibia, y abriga el alma,

y, sin embargo,

 nuestras miradas

se miran sin verse,

se pierden en un vacío,

de palabras apenas musitadas,

que anodinas nos hieren

como una afilada navaja,

como un bisturí

que extirpa las razones,

como un veneno

que nos mata de sinrazones.



¿Cuando la luz

perdió sus tonalidades?



¿Cuando tras la tormenta

no nació el arco iris?



¿Cuando la ira callada

se esculpió en palabras?



No quiero sentir que el tiempo

siga cavando esa tumba,

donde, siquiera, podremos medir

la distancia que nos separa.

Porque solo es necesario un acto de fe

para que en nuestras almas

renazcan esas huellas que quedaron,

cuando aún nuestros labios

no tenían el sabor de la hiel.

(José M Huete García, Octubre 2012)

1 comentario:

  1. Cuan intensa puede volverse(si cabe) la tristeza en un atardecer solitario, cuando el desamor ha despuntado desde el alba y alcanza el cenit en el momento en que el día empieza a decaer...

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