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miércoles, 17 de octubre de 2012

DESAMOR

No se muere la noche

en la caricia anaranjada del alba,

en los humeantes rescoldos

de lo que fueron encendidos tizones.

en el primer parpadeo del girasol,

en el dulce rocío que despierta al caracol,

es en este instante

en que titubeante,

languidece el último sueño

en que mis brazos te tienen.

Ha sido culpable esa maldita luna

intrigante y correveidile,

celosa,

que sobre si se giró,

y en su otra cara me mostró

el megro espanto de la muerte.



Negro es el hueco del dolor

que en mis pulsos ha clavado

al áspero madero de tus ausencia,

grito de la herida de la piedra,

que en desierto se deshace,

despiadado es el viento

que de sus cimientos arrebata,

el altar donde adoré tu presencia.

Herida se queda el alma,

maltrecha en su pleitud

la exhuberante corola de la flor,

cuando no aletea tenue la mariposa

libando hasta la última gota de su esencia,

y es de la soledad

de la que siente clavado aguijón.

(José M. Huete García, Mayo 2012)

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