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viernes, 7 de septiembre de 2012

ENSOÑACIÓN

Era ella,

La he visto pasar, altiva,

La mirada desafiante,

Dos puñales de fuego

Clavados en la espalda

De esta tibia tarde de Mayo.

Arrogantes, aún, sus pechos,

Rebosantes de ese dulce aroma

De la fruta madura,

De ese calido sabor.

Que en el paladar se añeja

De sutil impaciencia.

Cimbreantes sus caderas,

De palmera sapiente

De vientos suaves

Y agresivas tormentas,

Que la sabiduría es ceñirse

Cuando soplan con fuerza.

Un halo mágico

Me acarició con su esencia,

En las manos me dejó

Estos versos callados,

Que nunca sabrá escribí para ella.

(José Manuel Huete, Mayo/2012)

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