UNA ESTACIÓN VACÍA
Con el pie en el estribo
de este último tren,
que me llevará sin remedio,
a ese lugar de nombre tan corto
y memoria infinita.
o, de nombre tan largo
y de memoria tan corta,
mientras se suceden ante mis ojos,
los paisajes
de todas mis soledades,
en ese castigo
con que se regodea el tiempo
antes de arrancarme el último suspiro...
Miro hacía atrás.
sabiendo que lo posible
es solo cálculo de probabilidades,
asidero de la fé mas triste,
que el azar también existe,
esperando escuchar un adiós
de tus labios,
un tintineo del aire,
una lágrima escapándose
de tu mirada suplicante,
tu cuerpo ofreciéndose
como apresurado regalo
de tu lujuria renacida,
Pero, nada ocurre,
mada sucede,
el anden es solo silencio
prologado en la nada,
donde todo lo que dejo
tiene la forma de un sueño desvanecido,
donde todo lo que sucede
donde yo estuve,
seguirá sucediendo,
en ese sacrificio expiatorio
al dios del tiempo,
que es la vida.
Doy el siguiente paso,
desnudo de miedos,
sin mas equipaje,
que mi denudez completa.
y una urna donde guardo las cenizas.
de mi única certeza...
La de que te amé,
la de que me amaste,
la de que todo fué locura...
¡Cuando sin ley nos amamos!
(José M. Huete Garcia, Septiembre 2012)
Cuando el espíritu palidece ante lo irresoluble de la realidad, que nos castiga y amedrenta, la palabra teje ese manto que nos protege, que nos abriga, que nos devuelve a las horas de la inocencia, LA POESÍA. Aquí me encontrareis desnudo de equipajes inservibles, transpirando los sentimientos mas esenciales de mi devenir. Con mis dolores de parto, con mis alegrías rescatadas con la inmensa potencia del lenguaje mágico que surge en la espera interminable de saberme entero e indestructible.
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