SE FUEGO
Aunque los girasoles se queden ciegos
Y asome la muerte en sus ojos negros,
Aunque se seque el mar entero
Porque el calor de tu mirada
Evapore la sal de mis lágrimas,
Aunque La Luna ya no me acaricie
Porque se apague la luz en sus pupilas de plata…
Se el fuego que me consuma cada mañana,
Amanece por el costado de mi horizonte
Y abrásame hasta la más oculta de mis entrañas.
No tengas prisa, mi amor,
Tienes todo el día para caminarme,
Toda la noche para amarme,
No pares para descansar
Bajo sombras de lágrimas negras,
Y si haces una pausa
Deja que entonces sean mis labios
Los que saboreen sorbo a sorbo
Ese hierro derretido
Que sabe a miel en tu boca..
Siembra mis surcos sin miedo
Que aún quedan hojas verdes,
En la memoria de otras primaveras,
Cuida que la simiente esté pletórica de deseo,
Que las amapolas se tornan mustias
Si al trigo verde se le acaba
La húmeda pasión de la espiga
Que se tiende desinhibida
Para copular con amarillos soles.
Con la seda de tus cabellos,
Encierra mis contornos en un círculo mágico,
Llena tu mirada del brillo de las estrellas
Que no queden rincones
Donde se oculten las sombras.
Se la tea en mis noches
Y quémame en ella
Hasta que de mi pasión solo quede
El voluptuoso humo de un cigarrillo.
(José M. Huete García, Febrero 2011)
Cuando el espíritu palidece ante lo irresoluble de la realidad, que nos castiga y amedrenta, la palabra teje ese manto que nos protege, que nos abriga, que nos devuelve a las horas de la inocencia, LA POESÍA. Aquí me encontrareis desnudo de equipajes inservibles, transpirando los sentimientos mas esenciales de mi devenir. Con mis dolores de parto, con mis alegrías rescatadas con la inmensa potencia del lenguaje mágico que surge en la espera interminable de saberme entero e indestructible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario