DESAMOR
No se murió la noche
entre las caricias anaranjadas del alba,
entre tizones rojos aún ardientes,
en el primer parpadeo del girasol,
en el dulce rocío que despertó al cracol,
en el instante siguiente
en que titubeante se despidío
el último sueño
de entre mis brazos tenerte...
Fué una maldita luna
despiadada e intrigante,
que sobre si se giró,
y su otra cara me mostró
donde habita la muerte.
Negro es el hueco del dolor
que en mis pulsos clavados
al áspero madero de tus ausencia,
grita la herida de la piedra,
que en aenisca se deshace
para no ser al altar
donde adoré tu presencia.
Cuando el espíritu palidece ante lo irresoluble de la realidad, que nos castiga y amedrenta, la palabra teje ese manto que nos protege, que nos abriga, que nos devuelve a las horas de la inocencia, LA POESÍA. Aquí me encontrareis desnudo de equipajes inservibles, transpirando los sentimientos mas esenciales de mi devenir. Con mis dolores de parto, con mis alegrías rescatadas con la inmensa potencia del lenguaje mágico que surge en la espera interminable de saberme entero e indestructible.
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