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jueves, 9 de agosto de 2012

EL ADIÓS
Con el alba te has ido
iluminado tu rostro de virgen caida
con ese primer rayo
que tiñe de tonos naranja
a todo lo recién nacido.

Te has ido con la primera brisa,
la que aún dulce y tierna
deja en la hierba aún adormecina
besos de rocío,
la gloria en las flores
y la paz en el nuevo día.

Aún proclamaba el gallo
su orgullo incontestable
de rey de los corrales.

Aún no repicaba en los campanarios
la llamda a la primera misa,
aún no resonaba en las calles,
ese trajin tenue y apresurado,
de las almas aún fieles
a las que la fé en cirios enciende.

Me dijiste que ya era el tiempo
de probar si esas alas
sobrecargadas de la herrumbre
de los angeles caidos,
aún te servían
para volar en tus sueños
de gorrión, que de rama en rama
se proclama libre
para elegir su nido,
para ser mariposa,
concupiscente y golosa
del dulce nectar de todas las rosas,
ser gaviota, ladrona, hambrienta
de estrellas de plata,
mecidas en olas azules,
ser paloma blanca en las luces,
rapaz norturna en las sombras
aleteando desnudeces
entre satinadas sábanas.

Abrí esa jaula dorada
donde invisible te encerraba,
creyendo que guardarte ahí
donde arde insaciable
la hoguera de la pasión,
no era egoismo de cansado penitente,
que no era miedo a perderte,
que era mi derecho protejerte
de todo dolor
que solo mi alma cobarde, teme.

Cerraré puertas y ventanas,
despacio, sin prisas,
apagaré esa llama de la vela
que ahora ya solo es mueca
en incoloras pardes,
espolvorearé de humo de cigarrillo
todos los rincones,
acallaré el gemido del viejo saxo
para siempre,
y permaneceré sentado
junto a los restos de un relosj machacado,
con una pluma sin tinta en las manos
y un montón de cuartillas blancas
que ya nunca serán macilladas
de poemas intranscendentes.

(José M. Huete García. Agosto 2012)

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